El
juego en el jardín | |
El
juego simbólico
El
tipo de juego característico del niño de tres años es el
juego simbólico o juego de ficción ("hacer como si").
Se trata de una de las cinco conductas que caracterizan la aparición de
la función de representación, aproximadamente en la mitad del segundo
año de vida (las restantes son: la imagen mental, la imitación diferida,
el lenguaje y el dibujo).
El
juego simbólico depende de la posibilidad de sustituir y representar una
situación vívida en otra supuesta. Por ejemplo, hacer "como
si" comiera, pero utilizando un palito. Constituye una asimilación
deformante de la realidad, a diferencia de la representación adaptada,
que supone un equilibrio entre asimilación y acomodación.
En
efecto, el niño se ve continuamente obligado a adaptarse al mundo social
de los adultos y a un mundo físico que todavía no comprende bien.
Por consiguiente, no llega a satisfacer las necesidades afectivas e intelectuales
de su yo en esas adaptaciones, como lo hace el adulto. Resulta indispensable,
entonces, para su equilibrio emocional, contar con un tipo de actividad cuyo objeto
no sea la adaptación a lo real sino, por el contrario, la asimilación
de lo real al yo.
Esta
función la cumple el juego simbólico,
que transforma lo real, por asimilación casi pura, a las necesidades del
yo.
En
los primeros juegos simbólicos puede observarse que el niño_
- ejerce simbólicamente sus acciones habituales (por ejemplo, hacer "como
si" tomara la sopa. etc.)
- atribuye a los otros y a las cosas esos mismos
esquemas de conducta (por ejemplo, "hacer dormir" a su osito, "hacer
pasear" a su muñeca, etc.)
Más tarde, aplica en forma simbólica
esquemas que no pertenecen a la acción propia, sino que han sido tomados
por imitación de otros modelos (el papá, la mamá, la maestra,
etc.). Por ejemplo, hace "como si" arreglara el auto, se pintara los
labios, hablara por teléfono.
El
niño practica esos juegos por el placer de ejercer sus poderes y revivir
sus experiencias. Son un modelo de expresión y afirmación del yo.
A veces, pueden tener el carácter de compensación, cuando se quiere
corregir la realidad. Por ejemplo, un niño tiene prohibido comer chocolate
porque le hace mal; entonces le dice a su muñeca que no coma, que podrá
enfermarse.
El juego también puede convertirse en "catarsis",
una forma de reaccionar contra el miedo que una situación le provoca. Por
ejemplo, tiene temor de acercarse a un perro, entonces juega a que lo acaricia,
que lo lleva a pasear, etc.
Los
juegos simbólicos que practican espontáneamente los niños
de 3 años al comenzar el año tienen
las siguientes características:
1-
Se realizan en forma individual (juego solitario) o al lado del otro pero sin
interacción (juego paralelo).
2- No hay
juego organizado ni socializado (cada uno actúa separadamente, como en
un "monólogo colectivo")
3-
Cada uno utiliza su propio símbolo (cada uno representa las cosas de la
realidad con símbolos distintos).
4- Los
roles son casi siempre los mismos (todos son "mamás" o "papás",
etc.).
5- No hay coherencia, orden ni sucesión
lógica y secuencias de las acciones.
6-
No existe intencionalidad (actúa por la satisfacción de jugar, sin
interesarse por el resultado).
A
medida que el niño se desarrolla, el juego simbólico va evolucionando
en forma natural y paulatina, favorecido por los procesos de su pensamiento, que
va superando el egocentrismo, y por su mayor nivel de socialización. Alrededor
de los cuatro años, el juego simbólico adopta las siguientes notas
distintivas:
1-
Los niños comienzan a aceptar el simbolismo del otro y comparten esa ficción.
2- Paulatinamente, se va registrando una tendencia
a la objetivación de los símbolos (necesidad de una imitación
cada vez más cercana a la realidad).
3-
Los roles se hacen más variados. El juego se torna más socializado,
comienza la interacción.
4- Se observa
mayor orden y coherencia.
5- El sentido del juego
no se agota en el simple placer: existe ya cierta intencionalidad, en relación
a un motivo de juego propuesto.
Dada
la importancia del juego en la vida del niño, es preciso que el maestro
lo favorezca. Al respecto, es particularmente efectiva la influencia de su estímulo
en el perfeccionamiento del simbolismo del niño, cuando éste orienta
y organiza su juego, favoreciendo la coherencia y estructuración. En este
sentido, el maestro utilizará el Juego Centralizador y más adelante
el Juego Trabajo con sus niños.
A
partir de los cuatro años, o cuatro años
y medio, los juegos simbólicos sufren una transformación. A medida
que el niño va superando su egocentrismo y adaptándose a las realidades
del mundo físico y social y aprehendiendo el mismo, comienzan a desaparecer
las deformaciones y transposiciones simbólicas ya que, en lugar de asimilar
el mundo a su yo, somete éste a su realidad.
El
niño encuentra cada vez más interés en la existencia real,
y ésta le ofrece los medios para satisfacer las necesidades afectivas e
intelectuales de su "yo" para "compensar", "liquidar",
etc. situaciones insatisfactorias. Así, la asimilación simbólica
(la ficción) se vuelve cada vez menos útil. El símbolo se
aproxima cada vez más a lo real, y pierde su carácter de deformación,
convirtiéndose en una simple representación imitativa de la realidad
o "representación adaptada".
El
juego del niño se desarrolla ahora en dirección de la actividad
constructiva o del trabajo propiamente dicho. Esto es posible por la organización
mental del niño, y se pone de manifiesto a través de distintas formas
de expresión: dibujo, modelado, armado con distintos elementos, representaciones
dramáticas, etc.
Las
notas distintivas que definen la actividad lúdica en esta etapa son las
siguientes:
1-
Existe preocupación creciente por la veracidad y exactitud en la imitación
de la realidad.
2- El niño valoriza el
producto obtenido a través de su actividad, más que la actividad
misma.
3- El juego adquiere mayor orden, secuencia
y continuidad. Este orden y coherencia se ponen de manifiesto también en
las construcciones materiales que realiza el niño en esta etapa.
A
su vez, los progresos en la socialización contribuyen a que se registren
las siguientes características:
4-
El simbolismo va haciéndose más colectivo (simbolismo de varios).
5- Los roles se diversifican y se diferencian cada
vez más (mecánicos, bomberos, doctoras, etc.).
El
recurso metodológico que utilizamos en el jardín para canalizar
y favorecer esta evolución del juego y efectuar su aprovechamiento pedagógico
es el Juego Trabajo.